El Skye terrier es una raza muy antigua originaria de la homónima isla de Skye en el archipiélago de las Hébridas, situado al noroeste de la costa escocesa. Algunas leyendas populares narran que en aquella isla, en el siglo XVI, naufragó una nave de guerra española que formaba parte de la entonces famosa Armada Invencible y que llevaba a bordo algunos perros de origen maltés. Estos perritos rápidamente se adaptaron al clima y al entorno, siendo muy populares entre los habitantes de las Hébridas. Sucesivamente, para robustecer su constitución, fueron cruzados con otros perros y más precisamente con terrier de patas cortas, ya existentes en las islas. Surgió entonces un perro de cuerpo alargado, pero muy robusto, que durante muchos años fue empleado para desalojar a los zorros y tejones de sus madrigueras y al que se le dio el nombre de Terrier escocés, que luego pasó al más conocido Scottish terrier. Aún con el nombre antiguo, fue presentado en la exposición de Birmingham y cuatro años más tarde en la de Manchester, donde participó con el nombre actual de Skye terrier. A partir de ese momento comenzó a ser más apreciado por los apasionados ingleses, convirtiéndose en uno de los perros preferidos de la propia reina Victoria. Su difusión fuera de las islas Británicas coincide con su transformación de perro de madriguera en perro de salón, que muchas veces se utilizaba como símbolo de riqueza de las grandes damas de la alta burguesía. Pero más que nada fue una moda que, como todas, tuvo una vida breve y cuando pasó, la propia raza entró en decadencia. Su retorno comenzó después del final de la primera guerra mundial y estuvo caracterizado por el hecho de que se trató de restituirle aquella aptitud al trabajo que la suavidad de los almohadones le había hecho olvidar casi por completo. Hoy está bastante difundida y es criada con pericia y seriedad en todos los países de Europa, de América y en Australia.